La Cofradía del Santo Sepulcro o del Cristo Yacente, se funda por un deseo de poder procesionar una talla de Jesús de Nazaret tras su muerte en el sepulcro donde depositaron su cuerpo, antes de la resurrección.
Los jóvenes con inquietudes de engrandecer la Semana Santa pilareña, se movilizaron para la consecución de este objetivo, y en 1958, Antonio Quesada Rodríguez, fue a hablar con Manuel Ribera Girona, el que años atrás había realizado la imagen del Nazareno, para hacerle el encargo de realizar una talla de Jesús en el Sepulcro.
La falta de fondos hizo que comenzaran a realizar acciones con el objetivo de conseguir financiación para el mismo; de esta manera se formó el 'Cuadro artístico del Santo Sepulcro', con la puesta en escena de la otra de teatro 'No tiene corazón'. En total se realizaron nueve funciones para la recaudación de fondos y además contaron con donativos de vecinos de la población.
El artista Ribera Girona, pinatarense de nacimiento pero pilareño de crianza, comenzó a idear la forma de hacer aquella imagen, para que causara devoción entre los habitantes de la gente del Pilar, pero que a la vez dejara ver la humanidad de Jesús de Nazaret, mostrando un hombre cansado por el martirio sufrido tras el calvario hasta ser crucificado, pero con una templanza de descanso y divinidad.
El verano de 1958, Manuel Ribera Girona, escogió a su primo Antonio Sánchez Girona como modelo para guiarse a la hora de esculpir el cuerpo de la nueva imagen. Fueron una veintena de sesiones, desde por la mañana temprano hasta por la noche, en las cuales Antonio tuvo que mantener la posición que el artista le indicaba, para conseguir tallar la obra de arte que resultó. Muchos eran los vecinos que pasaban por la casa del escultor para admirar el gran trabajo que se estaba llevando a cabo.
Cuando Don Arsenio Irigoyen, entonces cura párroco, repartió las imágenes por barrios, Milagros de Gea Girona decidió hacerse cargo del Santo Sepulcro, labor que lleva ejerciendo durante más de 60 años. Por lo que tanto el modelo de donde se extrajo el Cristo Yacente, como el escultor y la presidenta de la cofradía, eran del mismo tronco, 'Los Girona'.
Debido al manejo de la imagen en Semana Santa, en 1985, Francisco Liza, un discípulo de Sánchez Lozano, al igual que Ribera Girona, tuvo que restaurar la imagen.
El primer trono que se realizó fue en 1995, iba a ruedas y era escoltado por la Guardia Civil, una tradición que con el paso de los años, se ha perdido.
El estandarte que comenzó a llevar la Cofradía en los años 90 lo realizó la bordadora pilareña Teresa Torres, como la mayoría de los estandartes del municipio. El bordado del estandarte consistía en la cruz de Jerusalén.
En el año 1998, se realizaron y adquirieron nuevos hachotes, sustituyendo a los antiguos de madera con tulipa, por los que actualmente se utilizan para las salidas procesionales. Antes de la fundación de los primeros tercios de nazarenos, el Cristo Yacente lo acompañaban un grupo de niños y jóvenes pilareños.
En el año 2000, se realizó un nuevo trono, para seguir la estela que estaba llevando a cabo la Semana Santa de Pilar de la Horadada desde la fundación de la Junta Mayor, que consistía en llevar los tronos a hombros de costaleros. Los primeros costaleros fueron más de 40 hombres, capitaneados como capataz por Mari Carmen Villaescusa Sáez.
El nuevo estandarte, fue bordado por el Taller de Escudero en Orihuela y siguió llevando el emblema de la cofradía, que es la cruz de Jerusalén. En los últimos años, se realizaron tres banderines para tres penitentes, donde aparecen las palabras 'Crucificado', 'Muerto' y 'Sepultado', además de un inciensario.
En 2009, volvieron a realizar un trono, más elaborado, de madera tallada, por el escultor Domingo Chaguan.
Los penitentes de la cofradía van vestidos con túnica blanca, fajín de color granate y capuz y capa negras. Y los costaleros llevan camisa, pantalón y zapato negro, fajín granate y guantes blancos.
Desde hace años, al finalizar la Procesión del Santo Entierro, los costaleros bajan la imagen del Cristo en el Sepulcro y lo introducen en el templo a hombros, estilo féretro. Acompañando al trono, cada año, van un grupo de manolas de luto.
A raíz de la pandemia que nos azotó en 2020, esta imagen empezó a procesionar en un trono mucho más pequeño, del mismo tamaño que la imagen del Cristo, como si se portase a hombros la viva imagen. Actualmente, la imagen procesiona en su último trono de madera tallada, pero ahora lo vuelve a hacer a ruedas y ya no se baja la imagen del trono para evitar el deterioro tanto de la imagen como del trono.